martes, 29 de septiembre de 2009

DESCUBRIENDO CARTAGENA...

Desde que era un niño siempre he visto Cartagena como algo muy distante, algo desconocido. Al grito de "Cartagena pueblo, Murcia Capital", por mi cabeza transcurría una imagen bastante distorsionada no sólo de los cartageneros, sino de la ciudad en sí.
Pensaba que era un "pueblo" -algo que ahora no dudo en corregir cuando escucho pronunciar- oscuro, probablemente lo fuera y lo viera por esa imagen de la Cartagena industrial que todos conocemos, ese desgaste natural que ha sufrido no tanto la ciudad como su entorno, entre otras cuestiones motivado por los continuos embites ambiciosos y evolucionistas del ser humano empeñado en crecer y crecer a costa de la natura.
Siempre me dio algo de miedo acudir a esta ciudad, entre otras cosas por los agitados barrios marginales que tan mala fama dan a la misma y que no son otra cosa que víctimas de una sociedad consumista y esclavista en muchos sentidos, sin ir más lejos los pobres desgraciados gitanillos que piden algo de propina por (NO) aparcarte el coche son el producto de una mafia que desea ganar dinero a toda costa, y sabes muy bien que cuando digo mafia no me refiero a un "chatarrero habitante del barrio de Santa Lucia con su carro del supermercado hasta las ansas de cobre".
También pensaba que en Cartagena no había playa, pues la imagen era de una ciudad bañada por el hormigón portuario, y con horrendos y escarpados peñascos que impedían que la gente fuera a la playa, pero me bastó con dar una vuelta por el Portús, por Cala Cortina, o incluso por la sierra minera, El Gorguel, Portman, etc. para darme cuenta que es un habitat cargado de energía, un habitat que se encuentra envuelto en lágrimas que afloran de su tierra pero que posee una vitalidad incuestionable.
Un poquito más tardé en ver esa sinceridad en los habitantes de la misma, mi paso por la universidad, año de oposición y experiencia laboral me han servido para descubrir a ese Cartagener@ bohemio que camina por las sendas de sus cerros, o por la llanura de su puerto libro de Cicerón en mano, y con la mirada clavada en un punto fijo en el horizonte, la salida al mar de la vetusta bahía. Sin lugar a duda cada día puedo observar la grandiosidad de la gente de esta ciudad, pese a que muchos no lo vean así. Es esta una materia pendiente, ese odio existente entre los de allá y los de acá del macizo de Carrascoy es algo que estoy seguro que no tardará en sacarme de mis casillas... por que si hay algo de lo que no dudo es de la sensibilidad antigua para escoger el lugar donde vivir, y en eso el hombre paleolítico, íberos, cartagineses, romanos y árabes se equivocaban poco.
Es este mi objetivo con la superproducción "Descubriendo Cartagena", mostrar las cosas negativas y no tan negativas (prevaleciendo estas) de la ciudad y el entorno que me sorprendan, aquellas cosas que me han llamado la atención durante mi periplo educativo en Qart Hadasht (Ciudad Nueva), para así acabar conociéndola de verdad. Al igual que el resto de las series que intento llevar a cabo en este humilde Cajón (tal sea el caso de "A propósito de la Biblia" o "Microhistorias de la Chatarra", y alguna más que tengo en mente), intentaré que se alargue lo más posible en el tiempo, porque así estaremos aprendiendo todos un poquito más; ¡Tu y yo!.



CARTAGENA, REINA DE LA MAR

Ohh... Cartagena, eres la hija del Océano.
Tan consentida y adorada
que el, para protegerte;
te abrió las venas en caños y lagunas
para que te alimentaras en simbiosis submarina.

Hoy la sal de los tiempos
Junto a corsarios de vanguardia;
Corroen tu coraza citadina
Sembrando hambre y miseria
Por doquier.

Hoy tus pocos hijos despiertos,
hemos de llamar a los conciudadanos Dormidos,
y a los indiferentes.
Para que juntos abracemos
las banderas de la hermandad
y podamos salvar nuestra ciudad.

(Bernardo Romero Parra)

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